Más de veinte años me ha costado entender cómo quiero ver y vivir los espacios, cómo apreciar el lugar dónde me encuentro, dónde vivir lo que me rodea, observar la desnudez de los materiales, quererlos como son y apreciar su belleza propia.
Entender lo que el lugar me pide, lo que el habitante quiere del espacio y, sobre todo, lo que el espacio quiere del habitante. Los materiales, la vegetación, las instalaciones, el habitante, todos tienen algo que contar, todos tienen algo que mostrar y todos necesitan entenderse, necesitan convivir.
Y no esconderlos porque desde el principio todo se construye para ser visto, nada se hace pensando que se tapará, que no se verá. Eso cambia la forma de construir, la forma de entender los espacios y la forma de mostrarlos.
Y en muchos casos el trabajo consiste en extraerlos, en desnudar el espacio para mostrar sus raíces más profundas, en mostrarlo como fue concebido y no como fue ocultado con el tiempo.
Más de veinte años me ha costado conseguir la experiencia suficiente como para saber lo que estoy trabajando y con quien, tener los mejores colaboradores profesionales para cada proyecto, contar con un equipo excepcional, unas personas maravillosas.